Jesús Trigueros y su familia han tenido que abandonar la casa que se hicieron hace tres años "con toda la ilusión" en la urbanización Oasis, en El Palmeral de Orihuela, porque los perros de los vecinos no les dejaban vivir. Así lo cuenta el propio afectado, que durante todo este tipo ha sufrido cefaleas continuas, ansiedad, insomnio y excitabilidad a causa de los ladridos de los perros que protegen las viviendas ubicadas a ambos lados de la suya, ubicada en el número 32 de la mencionada urbanización. Para poder llevar una vida normal, esta familia se ha tenido que hipotecar para comprar otra casa en la que vivir y dormir.
Sus hijos, de 10 y 3 años y un bebé de trece meses, han recibido tratamientos para poder conciliar el sueño, ya que los canes ladran y se lanzan contra la valla de las casas en las que habitan cada vez que oyen ruido en plena noche. Por este motivo, Trigueros comenzó a dirigir escritos al Ayuntamiento, con el fin de que la administración tomase medidas contra sus vecinos. Al no ver efecto alguno, las instancias se transformaron en denuncias ante la Policía. Los técnicos municipales llegaron a efectuar una sonometría en la que se constataba que las ladridos superaban el límite legal de ruido. Con las ventanas cerradas y ruido de fondo, el sonómetro recogió 50 decibelios, cuando el máximo son 37.
En todo este tiempo, los partes de la Policía Local, que acudía al lugar con frecuencia ante las llamadas de Trigueros, se contradecían. Así, el afectado decidió acudir al Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil para denunciar los hechos. Según el informe de este cuerpo, elaborado a los ocho meses de haberse efectuado la sonometría y mediante el que pretendía investigar un supuesto delito por contaminación acústica, reconoce que los perros muestran "agresividad" y "golpea el vallado", lo que "genera un estado de intranquilidad". Sobre las medidas de seguridad tomadas por sus dueños, el documento advierte de que "los animales pueden saltar el vallado sin ningún impedimento. No obstante, la casa de uno de los perros dispone de doble puerta y valla enrejada por la que el can no puede meter la cabeza.
Trigueros, que ha tenido que pedir la baja laboral en varias ocasiones por el malestar provocado por los animales, se muestra desesperado. Además de denunciar a sus vecinos, el afectado ha denunciado a tres agentes de la Policía Local porque, a su parecer, prevaricaron al no reflejar en sus partes la situación real de los perros y el ruido que estos emitían. Este vecino de Orihuela se quejó por la "connivencia" entre los propietarios de los perros, el Ayuntamiento y la Policía Local y pidió que se haga justicia para poder recuperar su casa. "Hicimos una vivienda a nuestro gusto y ahora vemos cómo se la come la maleza", comenta resignado. El propietario de los canes, con el cual ha hablado, le ha asegurado que él lleva muchos años viviendo allí con los perros, que le dan seguridad, están dentro de su vivienda y no piensa ni mucho menos prescindir de ellos, le ha asegurado.
"Es un asunto muy complicado", alega el Ayuntamiento
A las denuncias del propio Trigueros se suman otras de viandantes que suelen pasear por la zona, operarios que han realizado trabajos en la urbanización y palmereros que podan los árboles del paraje. Según cuenta Trigueros, los dueños de los animales fueron sancionados con una multa de 100 euros, que le parece insuficiente. Según explicó el concejal de Sanidad, Antonio Ortiz, el Ayuntamiento ha llevado todos los partes al juzgado para que sea este estamento el que decida. El edil manifestó que "se trata de un asunto muy complicado" y que, ante las contradicciones detectadas, el consistorio ha decidido dejar que sea la Justicia la que decida. Mientras tanto, Trigueros y su familia se han mudado a otra casa que acaban de comprar.
Diario Informacion
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