Urbanismo va a comenzar a enviar decretos exigiendo a los locales, 35 del Casco Antiguo, y los otros del resto de la ciudad, que presenten el informe
Sólo un pub ha presentado la preceptiva auditoría acústica a la que obliga la Ley del Ruido, en vigor desde 2004. El Ayuntamiento de Alicante comenzó en noviembre pasado a solicitar este informe que determina las condiciones acústicas de los locales y si cumplen con las exigencias de la ley valenciana sobre contaminación acústica. Estos estudios se le exige a los dueños de actividades que generan ruidos o vibraciones y lo tiene que hacer un organismo autorizado, en la provincia hay menos de diez empresas homologadas.
La Gerencia de Urbanismo a través de su unidad de Aperturas se lo ha pedido a 58 locales. La mayoría de ellos cuando han sido inspeccionados por denuncias vecinales en la mayoría de los casos sobre exceso de ruido, en otros casos de oficio, y también lo han solicitado en los cambios de titularidad.
Pero no ha tenido éxito los primeros apercibimientos y ahora la Gerencia de Urbanismo está preparando los decretos por los que los establecimientos tienen un plazo de un mes para entregar las auditorías acústicas en el Ayuntamiento. De los establecimientos, 35 de ellos están en el Casco Antiguo donde se desarrolla una campaña específica municipal de control del ruido. Fuentes de la Gerencia reconocen que algunos locales del Casco Antiguo están haciendo reformas previas a pasar la auditoría acústica como la eliminación del aparato de aire acondicionado de la fachada que se coloca en la terraza o incluso con la instalación de la doble puerta.
La auditoría tiene que presentarse al Ayuntamiento y en el caso de no cumplir los requisitos contra la contaminación acústica la propia alcaldesa, Sonia Castedo, ya ha advertido que supondrá una reconversión de la actividad del local.
Además de los del Casco Antiguo, los agentes tienen otros 18 del resto de la ciudad y cinco más de la zona del Puerto.
Primeras multas por ruido
Los vecinos salieron a la calle, con una cama incluida, tapones en los oídos, y hasta un wáter, para mostrar que los fines de semana es imposible hacer una vida normal y sobre todo dormir en el Casco Antiguo. Fue en noviembre. La alcaldesa recogió el guante y tras la manifestación anunció una campaña de control de la contaminación acústica para tratar de mejorar aquella situación. Y aunque hoy los residentes mantienen que el botellón les lleva de cabeza y que no se han paliado las molestias de ruidos y la suciedad, desde entonces se ha trabajado en el control del exceso de decibelios del interior de los locales. La unidad de Aperturas de la Policía Local que pertenece a la Gerencia de Urbanismo ha abierto expediente desde entonces a 35 locales del centro histórico por exceder los niveles sonoros permitidos en la licencia de apertura. Y ahora acaba de comunicar las primeras seis multas.
Las sanciones se imponen a partir de un exceso de 3 decibelios sobre la licencia de aperturas que especifica el máximo a los que puede funcionar el aparato musical. Pero en los casos sancionados
La más alta es la que se ha impuesto a local de la calle Valdés al que le exigen una multa de 4.000 euros. Además de que el equipo de música sonaba con exceso de ruido, el local carecía de la doble puerta, y ello pese a que se le había apercibido de que era necesaria. La mayoría de las inspecciones que ha hecho la Policía Local se producen por las denuncias que hacen los propios vecinos, y en algunos casos se han efectuado de oficio, aunque son las menos. En el local de la calle Valdés, el Ayuntamiento autoriza un nivel de 90 decibelios, pero los agentes detectaron 102.1 decibelios, y la multa se adecua a unos hechos calificados como graves, ya que también obtuvo la licencia de apertura después de estar durante un tiempo en funcionamiento.
En la calle Virgen de Belén se ha impuesto una multa de 2.500 euros a un local por funcionar a 102 decibelios cuando no debía de superar los 90, pero en este caso es una propuesta de resolución y ahora, el dueño del local puede presentar alegaciones. En la calle Cienfuegos los agentes de la Unidad de Aperturas han notificado tres decretos de resolución del expediente sancionador, ante los que ya no caben alegaciones. Uno de ellos había alterado la limitación en 14 decibelios; otro superaba en 13 decibelios los 90 que tenía permitidos y se le ha impuesto una multa también de 2.500 euros; mientras que otro de Cienfuegos se enfrenta a una sanción de 2.001 euros por funcionar a 90 decibelios cuando el nivel máximo permitido era 10 menos.
Con música sin permiso
En la calle Pintor Murillo otra de las multas definitivas que se han impuesto asciende a 2.250 euros, en este caso el local tenía música cuando no posee permiso para tener instalación musical.
Los agentes han inspeccionado otros 18 locales del resto de la ciudad por denuncias debidas al exceso de ruido y también por las inspecciones habituales motivadas por los cambios de licencia. Diez son bares con música, cinco son pubs, y uno de ellos además restaurante, dos son sala de fiesta, otro es un restaurante con música. Mientras que un bar sin música inspeccionado había cerrado.
Están repartidos por toda la ciudad y también la Playa de San Juan, aunque son más numerosos los que están en la denominada Ruta de la Madera, el Centro Tradicional o la Gran Vía.
Faltas graves
Cuando se superan 15 decibelios se considera una falta grave y el expediente se remite a la Conselleria de Gobernación. La multa puede alcanzar los 6.000 euros.
Uno de los locales de la Playa de San Juan ha superado los 19 decibelios sobre su licencia, alcanzó los 94.5 decibelios cuando el nivel marcado por su licencia es de 75. Otros 18 de más alcanzó el pasado 19 de abril un pub de la calle San Fernando que de los 75 decibelios permitidos llegó a 93. Y en la calle Pino Santo un bar con música también llegó a 17 decibelios al ofrecer un nivel de sonido de 92.1 decibelios y su licencia le permite llegar a 75.
laverdad.es
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