El exceso de ruido en los núcleos urbanos se ha convertido en un problema tan cotidiano que hemos perdido la conciencia de su existencia, a pesar de sus efectos negativos sobre la salud y la convivencia. En este momento, empiezan a surgir asociaciones vecinales que reclaman su control, y la creación de una normativa de obligado cumplimiento. La confección de mapas de ruido ayuda a las instituciones públicas a tomar medidas contra la contaminación acústica, aunque es responsabilidad de toda la sociedad sensibilizarse y actuar.
En una calle cualquiera de una ciudad imaginaria hay vecinos y vecinas que, cada vez que quieren deshacerse de sus basuras domésticas, lanzan las bolsas por la ventana y así no tienen que bajarlas a los contenedores. Al principio sólo lo hacían unos pocos pero la situación es ya tan habitual que nadie se extraña de que la calle se haya convertido en un vertedero. Tan sólo se preocupan de avisar al grito de ¡basura va! que alerta a los transeúntes sobre lo que se les viene encima si no se apartan, del mismo modo que hacían en la Edad Media.
¿Podría darse un caso similar en una ciudad real de nuestros días? Parece una situación difícil de creer. Y lo es por dos motivos: la propia sensibilidad “hablando de medio ambiente suele utilizarse siempre la palabra concienciación” de la ciudadanía no permitiría hoy en día que caminar por la calle fuera una constante maniobra para esquivar botellas de plástico, mondas de naranja o restos de pollo. La gente pondría el grito en el cielo y diría que tan lamentable comportamiento debe llegar a su fin. El otro motivo es que hay una serie de normas meridianamente claras que prohiben tirar la bolsa de basura por la ventana. Y por efecto de estos dos motivos, la autoridad competente sabe de sobra lo que tiene que hacer y lo hace porque así lo demanda la ciudadanía.
La historia imaginaria de los lanzabasuras viene a cuento porque ilustra a la perfección el problema ambiental del ruido. La contaminación acústica campa a sus anchas porque ni existe una conciencia ciudadana capaz de exigir soluciones, ni existe una norma básica de obligado cumplimiento. Y, por ambos motivos, ninguna administración le pone el cascabel al gato. Así que, cada pocos minutos y sin previo aviso, los lanzabasuras actuales de cualquier pueblo o ciudad real pasan hoy con sus estruendosas motos, o hacen temblar los cimientos del edificio con la música del pub de la esquina, o se parapetan detrás de un televisor a todo volumen, en la casa de al lado y con un tabique de papel por medio. No obstante, frente al ruido no vale echar la culpa a la administración de turno o al vecino. Todos y todas somos juez y parte porque si nos paramos a analizar las fuentes que generan ruido veremos que la actividad global que nos rodea causa este tipo de contaminación. Y lo hace en el ámbito urbano, laboral, social, educativo e, incluso, en el hogar. ¿Quiere esto decir que para acabar con el ruido habría que pararse? Posiblemente. Pero también se puede intentar hacer las mismas cosas con menos decibelios.
Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dicen que España es el país más ruidoso de Europa y el segundo del mundo, detrás de Japón. En las dos últimas décadas el ruido ambiental se ha multiplicado por dos; el tráfico rodado “que según los expertos representa un 80% del ruido ambiental”, los trenes y aviones, los momentos de ocio de la gente joven, incluso las máquinas domésticas que hemos inventando para hacernos la vida un poco más fácil, son una permanente fuente de contaminación acústica. Hasta el punto de que los urbanitas hemos perdido la conciencia del ruido que nos rodea. Sólo caemos en la cuenta cuando salimos al campo y percibimos extrañados los sonidos del silencio. En el estado español, además, ha sido preciso acabar con la idea de que los extraordinarios niveles de ruido son sinónimo de una alegría de vivir innata, o del tan traído y llevado carácter latino.
Afortunadamente las cosas están cambiando. Por ejemplo, en San Sebastián de los Reyes y Alcobendas, dos pueblos de Madrid afectados de lleno por la huella sonora de la tercera pista del aeropuerto de Barajas, los ciudadanos y ciudadanas se han manifestado decenas de veces para exigir que los aviones no pasen sobre sus cabezas. Es una manifestación ambiental, podría decirse que ecologista, aunque los manifestantes no sean “istas” sino simples vecinos y vecinas. El tema de los aviones clama al cielo porque provocan la contaminación acústica más severa que se puede dar pero, sin llegar tan alto, los mapas de ruido realizados en una veintena de ciudades españolas indican que todas ellas soportan en muchas zonas niveles de ruido en torno a los 62–73 decibelios (dB) durante el día; niveles que coinciden o sobrepasan los máximos tolerables establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 65 dB. La incidencia del tráfico en este problema resulta tan evidente que las principales actuaciones que se están acometiendo pasan por reducir el ruido de coches y camiones; más rotondas en las vías públicas, que eviten frenadas y arrancadas, y asfaltos porosos que amortigüen el ruido producido por el contacto neumático–calzada, son algunos ejemplos.
Hoy en día, los mapas de ruido sirven para identificar y valorar la contaminación acústica y constituyen una herramienta básica que la Administración utiliza para diseñar sus actuaciones al respecto. En la Comunidad Autónoma Vasca no sólo las grandes ciudades realizan mapas de ruido, sino que cada vez son más los municipios que utilizan este instrumento para planificar su gestión.
Recientemente hemos conocido el nuevo mapa acústico de Bilbao, un concienzudo estudio con más de 40.000 datos que permitirá tomar medidas para paliar algunos problemas concretos actuales y, sobre todo, planificar mejor para evitar la contaminación por ruido en el futuro. Además de cargar en el tráfico rodado la mayor parte de las culpas, el mapa confirma que la población más expuesta a niveles superiores a los 65 decibelios es la que vive en la zona centro, en el distrito de Abando, precisamente por la fuerte concentración de vehículos. En este sentido, los más afortunados son los residentes en el área de Otxarkoaga y Txurdinaga. Por periodos de tiempo, a pesar de algunos focos intensos de ruido durante las noches de los fines de semana, es durante el día de las jornadas laborables cuando más ruido invade la ciudad y más vecinos y vecinas se ven afectadas; concretamente, el 30% de la población soporta niveles mayores de 65 dB, el 25% está entre 55 y 65 dB y sólo el 45% de los bilbaínos está expuesto a niveles menores de 55 dB. Con los datos del mapa acústico en la mano, la población que debe vivir en entornos con niveles de ruido por encima de los 65 dB en Bilbao es similar a la media europea.
El ruido no sólo provoca simples molestias. Perjudica la salud de las personas. Dependiendo de la intensidad de este tipo de contaminación y de la edad de la población que tiene que sufrirla, puede causar afecciones al propio oído, pero también enfermedades cardiovasculares –sobre todo hipertensión– trastornos digestivos y problemas psíquicos.
A falta de una ley básica sobre ruidos, las ordenanzas municipales y algunas normas autonómicas reparten las referencias al tema en multitud de textos legales que lo mismo tratan sobre actividades molestas en núcleos urbanos, condiciones laborales o normas de edificación. Al margen de la dispersión, el incumplimiento es manifiesto. Por ejemplo, la Norma Básica de Edificación, promulgada en 1981 y modificada en 1988 para asegurar la tranquilidad en casa, plantea unas exigencias mínimas, comparadas con las del resto de países europeos, en cuanto a aislamiento acústico se refiere. Pero además, esas exigencias mínimas se incumplen en el 55% de los edificios construidos a partir de 1988, según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Acabar con los ruidosos lanzabasuras va a necesitar mucha sensibilización ciudadana pero mientras llega, ¿por qué no exigir una ley del ruido cuanto antes?
En nuestra vida cotidiana podemos llevar a cabo acciones preventivas:
* Utilizar transporte público o bicicletas.
* Verificar el correcto mantenimiento de nuestros vehículos, principalmente en cuanto al tubo de escape y la carrocería.
* Disminuir la velocidad en las inmediaciones de núcleos urbanos.
* Evitar acelerones en rampas y áreas encajonadas por edificios.
* Respetar las horas de sueño en la utilización de aparatos.
* Controlar el funcionamiento de electrodomésticos para evitar ruidos innecesarios.
* Elegir, en la compra de electrodomésticos u otros equipamientos del hogar, aquellos que generen menos ruido.
* Controlar el volumen del televisor o el equipo de música.
* Aislar zonas en las que se produzcan ruidos, colocar alfombras para evitar el ruido de pisadas.
* En nuestras actividades de ocio, pensar en la presencia de personas a nuestro alrededor a las que podamos molestar.
Luis Merino Periodista ambiental
IHITZA
lunes, 22 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
La Policía Local de Zaragoza pone al mes unas 50 denuncias a bares y vecinos por el ruido
La Policía Local de Zaragoza esta poniendo unas 50 denuncias al mes por exceso de ruido, que se reparten en partes iguales entre domicilios particulares y en bares nocturnos. Y ahora con la llegada del verano la situación se complicará aún mas por los aires acondicionados y la mayor presencia de gente por las calles de la ciudad.
La mayoría de las quejas que llegan los fines de semana se deben a los ruidos de los bares y discotecas y en lo que llevamos de año ya han cerrado unos 30 establecimientos por este motivo, según explicaron fuentes policiales a 20 minutos.
En estos momentos no se puede pasar de 27 decibelios a partir de las diez de la noche
Las sanciones que se pueden imponer a los bares suelen consistir en cierres temporales del establecimiento y es posible que lleguen a ser incluso definitivos si reincide en varias ocasiones. También pueden recibir sanciones económicas de entre 600 y 3.000 euros (según la gravedad de la falta).
La misma multa se les impone a los particulares que molesten a sus vecinos con un ruido excesivo. En este caso, las denuncias suelen producirse entre semana. «Hemos llegado a desalojar de un piso a más de 100 personas por celebrar una fiesta», explican fuente de la Policía. Uno de los motivos que más problemas generan entre los vecinos es el ruido de los aparatos de aire acondicionado y ahora que llegan las altas temperaturas el problema se agravará.
La Policía acude a los pisos y a los bares en caso de una llamada de queja por vecinos molestos y las mediciones del ruido las realizan dentro del domicilio del afectado (en la calle o en el establecimiento no vale). En estos momentos no se puede pasar de 27 decibelios a partir de las diez de la noche.
Por otro lado, cada vez son menos los bares que sobrepasan el horario de cierre, «debido a la fuerte aplicación de la nueva ley de espectáculos (aprobada en 2005)», explican las mismas fuentes.
20minutos.es
La mayoría de las quejas que llegan los fines de semana se deben a los ruidos de los bares y discotecas y en lo que llevamos de año ya han cerrado unos 30 establecimientos por este motivo, según explicaron fuentes policiales a 20 minutos.
En estos momentos no se puede pasar de 27 decibelios a partir de las diez de la noche
Las sanciones que se pueden imponer a los bares suelen consistir en cierres temporales del establecimiento y es posible que lleguen a ser incluso definitivos si reincide en varias ocasiones. También pueden recibir sanciones económicas de entre 600 y 3.000 euros (según la gravedad de la falta).
La misma multa se les impone a los particulares que molesten a sus vecinos con un ruido excesivo. En este caso, las denuncias suelen producirse entre semana. «Hemos llegado a desalojar de un piso a más de 100 personas por celebrar una fiesta», explican fuente de la Policía. Uno de los motivos que más problemas generan entre los vecinos es el ruido de los aparatos de aire acondicionado y ahora que llegan las altas temperaturas el problema se agravará.
La Policía acude a los pisos y a los bares en caso de una llamada de queja por vecinos molestos y las mediciones del ruido las realizan dentro del domicilio del afectado (en la calle o en el establecimiento no vale). En estos momentos no se puede pasar de 27 decibelios a partir de las diez de la noche.
Por otro lado, cada vez son menos los bares que sobrepasan el horario de cierre, «debido a la fuerte aplicación de la nueva ley de espectáculos (aprobada en 2005)», explican las mismas fuentes.
20minutos.es
Recogida de firmas para conseguir en el ayuntamiento de La Coruña un mediador vecinal
Entrevista en Localia, a los responsables de la campaña de recogida de firmas para conseguir en el ayuntamiento de La Coruña un mediador en conflictos vecinales.
sábado, 13 de junio de 2009
Sólo un pub ha presentado la auditoría acústica solicitada por el Ayuntamiento a 58 locales
Urbanismo va a comenzar a enviar decretos exigiendo a los locales, 35 del Casco Antiguo, y los otros del resto de la ciudad, que presenten el informe
Sólo un pub ha presentado la preceptiva auditoría acústica a la que obliga la Ley del Ruido, en vigor desde 2004. El Ayuntamiento de Alicante comenzó en noviembre pasado a solicitar este informe que determina las condiciones acústicas de los locales y si cumplen con las exigencias de la ley valenciana sobre contaminación acústica. Estos estudios se le exige a los dueños de actividades que generan ruidos o vibraciones y lo tiene que hacer un organismo autorizado, en la provincia hay menos de diez empresas homologadas.
La Gerencia de Urbanismo a través de su unidad de Aperturas se lo ha pedido a 58 locales. La mayoría de ellos cuando han sido inspeccionados por denuncias vecinales en la mayoría de los casos sobre exceso de ruido, en otros casos de oficio, y también lo han solicitado en los cambios de titularidad.
Pero no ha tenido éxito los primeros apercibimientos y ahora la Gerencia de Urbanismo está preparando los decretos por los que los establecimientos tienen un plazo de un mes para entregar las auditorías acústicas en el Ayuntamiento. De los establecimientos, 35 de ellos están en el Casco Antiguo donde se desarrolla una campaña específica municipal de control del ruido. Fuentes de la Gerencia reconocen que algunos locales del Casco Antiguo están haciendo reformas previas a pasar la auditoría acústica como la eliminación del aparato de aire acondicionado de la fachada que se coloca en la terraza o incluso con la instalación de la doble puerta.
La auditoría tiene que presentarse al Ayuntamiento y en el caso de no cumplir los requisitos contra la contaminación acústica la propia alcaldesa, Sonia Castedo, ya ha advertido que supondrá una reconversión de la actividad del local.
Además de los del Casco Antiguo, los agentes tienen otros 18 del resto de la ciudad y cinco más de la zona del Puerto.
Primeras multas por ruido
Los vecinos salieron a la calle, con una cama incluida, tapones en los oídos, y hasta un wáter, para mostrar que los fines de semana es imposible hacer una vida normal y sobre todo dormir en el Casco Antiguo. Fue en noviembre. La alcaldesa recogió el guante y tras la manifestación anunció una campaña de control de la contaminación acústica para tratar de mejorar aquella situación. Y aunque hoy los residentes mantienen que el botellón les lleva de cabeza y que no se han paliado las molestias de ruidos y la suciedad, desde entonces se ha trabajado en el control del exceso de decibelios del interior de los locales. La unidad de Aperturas de la Policía Local que pertenece a la Gerencia de Urbanismo ha abierto expediente desde entonces a 35 locales del centro histórico por exceder los niveles sonoros permitidos en la licencia de apertura. Y ahora acaba de comunicar las primeras seis multas.
Las sanciones se imponen a partir de un exceso de 3 decibelios sobre la licencia de aperturas que especifica el máximo a los que puede funcionar el aparato musical. Pero en los casos sancionados
La más alta es la que se ha impuesto a local de la calle Valdés al que le exigen una multa de 4.000 euros. Además de que el equipo de música sonaba con exceso de ruido, el local carecía de la doble puerta, y ello pese a que se le había apercibido de que era necesaria. La mayoría de las inspecciones que ha hecho la Policía Local se producen por las denuncias que hacen los propios vecinos, y en algunos casos se han efectuado de oficio, aunque son las menos. En el local de la calle Valdés, el Ayuntamiento autoriza un nivel de 90 decibelios, pero los agentes detectaron 102.1 decibelios, y la multa se adecua a unos hechos calificados como graves, ya que también obtuvo la licencia de apertura después de estar durante un tiempo en funcionamiento.
En la calle Virgen de Belén se ha impuesto una multa de 2.500 euros a un local por funcionar a 102 decibelios cuando no debía de superar los 90, pero en este caso es una propuesta de resolución y ahora, el dueño del local puede presentar alegaciones. En la calle Cienfuegos los agentes de la Unidad de Aperturas han notificado tres decretos de resolución del expediente sancionador, ante los que ya no caben alegaciones. Uno de ellos había alterado la limitación en 14 decibelios; otro superaba en 13 decibelios los 90 que tenía permitidos y se le ha impuesto una multa también de 2.500 euros; mientras que otro de Cienfuegos se enfrenta a una sanción de 2.001 euros por funcionar a 90 decibelios cuando el nivel máximo permitido era 10 menos.
Con música sin permiso
En la calle Pintor Murillo otra de las multas definitivas que se han impuesto asciende a 2.250 euros, en este caso el local tenía música cuando no posee permiso para tener instalación musical.
Los agentes han inspeccionado otros 18 locales del resto de la ciudad por denuncias debidas al exceso de ruido y también por las inspecciones habituales motivadas por los cambios de licencia. Diez son bares con música, cinco son pubs, y uno de ellos además restaurante, dos son sala de fiesta, otro es un restaurante con música. Mientras que un bar sin música inspeccionado había cerrado.
Están repartidos por toda la ciudad y también la Playa de San Juan, aunque son más numerosos los que están en la denominada Ruta de la Madera, el Centro Tradicional o la Gran Vía.
Faltas graves
Cuando se superan 15 decibelios se considera una falta grave y el expediente se remite a la Conselleria de Gobernación. La multa puede alcanzar los 6.000 euros.
Uno de los locales de la Playa de San Juan ha superado los 19 decibelios sobre su licencia, alcanzó los 94.5 decibelios cuando el nivel marcado por su licencia es de 75. Otros 18 de más alcanzó el pasado 19 de abril un pub de la calle San Fernando que de los 75 decibelios permitidos llegó a 93. Y en la calle Pino Santo un bar con música también llegó a 17 decibelios al ofrecer un nivel de sonido de 92.1 decibelios y su licencia le permite llegar a 75.
laverdad.es
Sólo un pub ha presentado la preceptiva auditoría acústica a la que obliga la Ley del Ruido, en vigor desde 2004. El Ayuntamiento de Alicante comenzó en noviembre pasado a solicitar este informe que determina las condiciones acústicas de los locales y si cumplen con las exigencias de la ley valenciana sobre contaminación acústica. Estos estudios se le exige a los dueños de actividades que generan ruidos o vibraciones y lo tiene que hacer un organismo autorizado, en la provincia hay menos de diez empresas homologadas.
La Gerencia de Urbanismo a través de su unidad de Aperturas se lo ha pedido a 58 locales. La mayoría de ellos cuando han sido inspeccionados por denuncias vecinales en la mayoría de los casos sobre exceso de ruido, en otros casos de oficio, y también lo han solicitado en los cambios de titularidad.
Pero no ha tenido éxito los primeros apercibimientos y ahora la Gerencia de Urbanismo está preparando los decretos por los que los establecimientos tienen un plazo de un mes para entregar las auditorías acústicas en el Ayuntamiento. De los establecimientos, 35 de ellos están en el Casco Antiguo donde se desarrolla una campaña específica municipal de control del ruido. Fuentes de la Gerencia reconocen que algunos locales del Casco Antiguo están haciendo reformas previas a pasar la auditoría acústica como la eliminación del aparato de aire acondicionado de la fachada que se coloca en la terraza o incluso con la instalación de la doble puerta.
La auditoría tiene que presentarse al Ayuntamiento y en el caso de no cumplir los requisitos contra la contaminación acústica la propia alcaldesa, Sonia Castedo, ya ha advertido que supondrá una reconversión de la actividad del local.
Además de los del Casco Antiguo, los agentes tienen otros 18 del resto de la ciudad y cinco más de la zona del Puerto.
Primeras multas por ruido
Los vecinos salieron a la calle, con una cama incluida, tapones en los oídos, y hasta un wáter, para mostrar que los fines de semana es imposible hacer una vida normal y sobre todo dormir en el Casco Antiguo. Fue en noviembre. La alcaldesa recogió el guante y tras la manifestación anunció una campaña de control de la contaminación acústica para tratar de mejorar aquella situación. Y aunque hoy los residentes mantienen que el botellón les lleva de cabeza y que no se han paliado las molestias de ruidos y la suciedad, desde entonces se ha trabajado en el control del exceso de decibelios del interior de los locales. La unidad de Aperturas de la Policía Local que pertenece a la Gerencia de Urbanismo ha abierto expediente desde entonces a 35 locales del centro histórico por exceder los niveles sonoros permitidos en la licencia de apertura. Y ahora acaba de comunicar las primeras seis multas.
Las sanciones se imponen a partir de un exceso de 3 decibelios sobre la licencia de aperturas que especifica el máximo a los que puede funcionar el aparato musical. Pero en los casos sancionados
La más alta es la que se ha impuesto a local de la calle Valdés al que le exigen una multa de 4.000 euros. Además de que el equipo de música sonaba con exceso de ruido, el local carecía de la doble puerta, y ello pese a que se le había apercibido de que era necesaria. La mayoría de las inspecciones que ha hecho la Policía Local se producen por las denuncias que hacen los propios vecinos, y en algunos casos se han efectuado de oficio, aunque son las menos. En el local de la calle Valdés, el Ayuntamiento autoriza un nivel de 90 decibelios, pero los agentes detectaron 102.1 decibelios, y la multa se adecua a unos hechos calificados como graves, ya que también obtuvo la licencia de apertura después de estar durante un tiempo en funcionamiento.
En la calle Virgen de Belén se ha impuesto una multa de 2.500 euros a un local por funcionar a 102 decibelios cuando no debía de superar los 90, pero en este caso es una propuesta de resolución y ahora, el dueño del local puede presentar alegaciones. En la calle Cienfuegos los agentes de la Unidad de Aperturas han notificado tres decretos de resolución del expediente sancionador, ante los que ya no caben alegaciones. Uno de ellos había alterado la limitación en 14 decibelios; otro superaba en 13 decibelios los 90 que tenía permitidos y se le ha impuesto una multa también de 2.500 euros; mientras que otro de Cienfuegos se enfrenta a una sanción de 2.001 euros por funcionar a 90 decibelios cuando el nivel máximo permitido era 10 menos.
Con música sin permiso
En la calle Pintor Murillo otra de las multas definitivas que se han impuesto asciende a 2.250 euros, en este caso el local tenía música cuando no posee permiso para tener instalación musical.
Los agentes han inspeccionado otros 18 locales del resto de la ciudad por denuncias debidas al exceso de ruido y también por las inspecciones habituales motivadas por los cambios de licencia. Diez son bares con música, cinco son pubs, y uno de ellos además restaurante, dos son sala de fiesta, otro es un restaurante con música. Mientras que un bar sin música inspeccionado había cerrado.
Están repartidos por toda la ciudad y también la Playa de San Juan, aunque son más numerosos los que están en la denominada Ruta de la Madera, el Centro Tradicional o la Gran Vía.
Faltas graves
Cuando se superan 15 decibelios se considera una falta grave y el expediente se remite a la Conselleria de Gobernación. La multa puede alcanzar los 6.000 euros.
Uno de los locales de la Playa de San Juan ha superado los 19 decibelios sobre su licencia, alcanzó los 94.5 decibelios cuando el nivel marcado por su licencia es de 75. Otros 18 de más alcanzó el pasado 19 de abril un pub de la calle San Fernando que de los 75 decibelios permitidos llegó a 93. Y en la calle Pino Santo un bar con música también llegó a 17 decibelios al ofrecer un nivel de sonido de 92.1 decibelios y su licencia le permite llegar a 75.
laverdad.es
Plan de choque de la Diputación para reducir los ruidos en las carreteras
La Diputación de Alicante ha elaborado un Plan de Acción para reducir los problemas de contaminación acústica que se producen en las carreteras de la provincia que soportan un mayor volumen de tráfico rodado, según explicó ayer el diputado de Infraestructuras, Carlos Mazón.
El pleno ordinario de la institución provincial aprobó ayer este "Plan de Acción en materia de contaminación acústica" con el que se pretende cumplir la Directiva Europea 2002/49 sobre "Evaluación y gestión del ruido ambiental". La Diputación alicantina se convierte así, según el diputado, en la primera que elabora y aprueba este plan.
Las carreteras en las que se debe aplicar el mismo son aquellas con un volumen de tráfico superior a los seis millones de vehículos al año, categoría en la que se encuentran tres tramos de carretera de la red de la Diputación; CV-822 de Alicante a Villafranqueza, CV-828 de Alicante a San Vicente del Raspeig y CV-767 de Finestrat a La Cala. Según explicó Mazón, "para la elaboración del plan de acción se han realizado, en primer lugar, unos 'mapas estratégicos de ruido' en estos tramos, en los que se analiza la intensidad de ruido emitido desde las carreteras y la población afectada".
Una vez conocida la situación, se ha procedido a la elaboración de los planes de acción que incluyen, entre otras medidas correctoras, "la instalación de pantallas acústicas, la colocación de vegetación en los márgenes de la carretera que amortigüen el impacto acústico, siempre dentro de una política de integración en el entorno, y una especial medida que se nos requiere desde la Unión Europea, y que ya contemplamos en el plan, que es la especial vigilancia en los 25 metros de zona de protección que tienen nuestras carreteras provinciales, para evitar el desarrollo de actividades urbanísticas que puedan afectar a los vecinos que acaben ocupando viviendas cerca de esos márgenes de protección", señaló el diputado.
Según Mazón, en otros puntos de la red provincial de carreteras, y aunque en estos casos no se superen los niveles de tráfico exigidos, la Diputación ya está acometiendo actuaciones similares.
lasprovincias.es
El pleno ordinario de la institución provincial aprobó ayer este "Plan de Acción en materia de contaminación acústica" con el que se pretende cumplir la Directiva Europea 2002/49 sobre "Evaluación y gestión del ruido ambiental". La Diputación alicantina se convierte así, según el diputado, en la primera que elabora y aprueba este plan.
Las carreteras en las que se debe aplicar el mismo son aquellas con un volumen de tráfico superior a los seis millones de vehículos al año, categoría en la que se encuentran tres tramos de carretera de la red de la Diputación; CV-822 de Alicante a Villafranqueza, CV-828 de Alicante a San Vicente del Raspeig y CV-767 de Finestrat a La Cala. Según explicó Mazón, "para la elaboración del plan de acción se han realizado, en primer lugar, unos 'mapas estratégicos de ruido' en estos tramos, en los que se analiza la intensidad de ruido emitido desde las carreteras y la población afectada".
Una vez conocida la situación, se ha procedido a la elaboración de los planes de acción que incluyen, entre otras medidas correctoras, "la instalación de pantallas acústicas, la colocación de vegetación en los márgenes de la carretera que amortigüen el impacto acústico, siempre dentro de una política de integración en el entorno, y una especial medida que se nos requiere desde la Unión Europea, y que ya contemplamos en el plan, que es la especial vigilancia en los 25 metros de zona de protección que tienen nuestras carreteras provinciales, para evitar el desarrollo de actividades urbanísticas que puedan afectar a los vecinos que acaben ocupando viviendas cerca de esos márgenes de protección", señaló el diputado.
Según Mazón, en otros puntos de la red provincial de carreteras, y aunque en estos casos no se superen los niveles de tráfico exigidos, la Diputación ya está acometiendo actuaciones similares.
lasprovincias.es
viernes, 12 de junio de 2009
Catarroja expedienta a un vecino por la contaminación acústica que produce su perro
Las molestias que ocasiona su perro puede costarle a un vecino de Catarroja una multa de hasta 300 euros. El ayuntamiento de la localidad, a propuesta de la concejal de Sanidad, ha abierto un expediente sancionador al propietario del animal a raiz de una denuncia presentada por un ciudadano residente en el edificio colindante que protestaba por los ladridos del can.
I. Olmos, Catarroja
Los hechos arrancaron en enero de 2006, cuando la Policía Local avisó al propietario de la denuncia presentada por un vecino y le instó a adoptar medidas que evitaran que los ladridos del animal continuaran molestando al vecindario. Según recoge el expediente, en septiembre de 2007 el mismo denunciante volvía a presentar de nuevo una instancia denunciando que el perro seguía ladrando y molestando.
Ante la segunda denuncia, el propietario del animal alega que éste "nunca ladra en periodos nocturnos" y, además, adjunta una decena de firmas de vecinos de su misma finca que apoyan que el can "no es ningún problema debido a que se le ha puesto remedio en su día con un collar antiladridos y tiene todos los papeles en regla".
Desde las 8 hasta las 20 horas
Pero, el denunciante no está de acuerdo e incluso especifica la franja horaria en que se producen los ladridos: desde las 07:45 horas hasta el mediodía y desde las 16 hasta las 20 horas.
Ante todo ello, el ayuntamiento afirma que la ordenanza municipal sobre tenencia y protección de animales de compañía de Catarroja establece que éstos no deben causar ningún tipo de molestias al vecindario y, añaden que la normativa autonómica recoge multas de entre 30 a 300 euros en caso de infracción leve -como es el caso- si no se toman medidas para evitarlo y la confiscación del animal.
levante-emv.com
I. Olmos, Catarroja
Los hechos arrancaron en enero de 2006, cuando la Policía Local avisó al propietario de la denuncia presentada por un vecino y le instó a adoptar medidas que evitaran que los ladridos del animal continuaran molestando al vecindario. Según recoge el expediente, en septiembre de 2007 el mismo denunciante volvía a presentar de nuevo una instancia denunciando que el perro seguía ladrando y molestando.
Ante la segunda denuncia, el propietario del animal alega que éste "nunca ladra en periodos nocturnos" y, además, adjunta una decena de firmas de vecinos de su misma finca que apoyan que el can "no es ningún problema debido a que se le ha puesto remedio en su día con un collar antiladridos y tiene todos los papeles en regla".
Desde las 8 hasta las 20 horas
Pero, el denunciante no está de acuerdo e incluso especifica la franja horaria en que se producen los ladridos: desde las 07:45 horas hasta el mediodía y desde las 16 hasta las 20 horas.
Ante todo ello, el ayuntamiento afirma que la ordenanza municipal sobre tenencia y protección de animales de compañía de Catarroja establece que éstos no deben causar ningún tipo de molestias al vecindario y, añaden que la normativa autonómica recoge multas de entre 30 a 300 euros en caso de infracción leve -como es el caso- si no se toman medidas para evitarlo y la confiscación del animal.
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