La vuelta, aunque solo por un fin de semana, de la actividad festera a Petrer reactiva un viejo problema de difícil solución: la convivencia del ocio de los festeros con los vecinos. El presidente de la asociación "Miguel Hernández", del casco antiguo, la zona más afectada por la gran afluencia de estos locales lo reconocía hace unas semanas, hay problemas por el ruido. Los partes de la Policía Local también lo evidencian cada semana.
Sin embargo, son unos vecinos de la calle Nicolás Andreu los que representan el caso más extremo. Precedida de una situación familiar complicada, la familia que ocupa el piso superior del número 4 de esta calle vio como el dueño del inmueble, un familiar directo, vendía la planta baja para la colocación de un cuartelillo hace años con la intención, aseguran, de echarles de una vivienda que poseen de forma legítima y por orden de un juez. Por ello, desde hace unos meses, mantienen una denuncia por acoso inmobiliario.
Al ruido que se genera de la actividad festera, además de insultos y vejaciones, según los habitantes del piso superior, se une los desperfectos que se han causado en el piso superior por las obras de adecuación. Existe un informe municipal que acredita dichos daños, pero la administración local no ha establecido sanciones.
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