La contaminación acústica en el domicilio puede interferir de forma negativa con los tratamientos curativos y paliativos del cáncer.
El estrés y la depresión empeoran muchos de los peores y más intratables síntomas del cáncer, deterioran la calidad de vida de los pacientes e incrementan el sufrimiento de todos los enfermos, posiblemente más en la fase terminal.
¿El ruido produce cáncer?
a) Ruido, estrés y depresión:
La Real Academia de la Lengua Española define el concepto del siguiente modo: estrés (del inglés stress): tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
Numerosos estudios apoyan la teoría de que, todos aquellos factores externos que someten a las personas a un estrés crónico pueden terminar provocando cáncer por alteración de la regulación fisiológica que permite mantener el equilibrio orgánico normal, la homeostasis . En este sentido, los cánceres que más se han investigado son los denominados “hormonodependientes”, los que son estimulados por ciertas hormonas de producción endógena: el cáncer de próstata en los varones y los cánceres de mama y ovarios en las mujeres.
La exposición a ruido no deseado, impuesto, alienante, que enajena al individuo por asedio, asalto e invasión de su espacio privado, resulta un factor estresógeno de primer nivel. Así ha quedado establecido en dos informes específicos de la Organización Mundial de la Salud sobre contaminación acústica. Además, principalmente cuando la situación se cronifica, deviene en problemas psicológicos severos, síndromes ansioso- depresivos que, a su vez, pueden causar otras conductas de riesgo para cáncer, tales como el abuso de alcohol y de tabaco.
b) Estrés y Cáncer:
Las situaciones estresantes producen respuestas en el organismo caracterizadas por el incremento en la producción de ciertas hormonas denominadas, justamente, “hormonas del estrés” entre las que figuran las catecolaminas y del cortisol. Éstas podrían tener un gran impacto en los procesos relacionados con el cáncer, en particular la promoción tumoral, los procesos de inflamación, la disregulación del sistema inmunitario que permitiría el crecimiento y la multiplicación de células tumorales, la angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos en el seno del tumor) y el desarrollo de metástasis (tumores satélites a distancia).
En la práctica, la asociación entre estrés y cáncer se ha observado en varias fases de la enfermedad y para diferentes tipos de cáncer. Para el cáncer de mama la relación se ha establecido mediante estudios de cohortes y de casos y controles, publicados en revistas médicas de prestigio mundial durante las dos últimas décadas.
En el año 2009 se publicó un meta-análisis de todos los estudios publicados, incluidos los discrepantes. El resultado final es que no se encuentra asociación entre acontecimientos catastróficos únicos, tales como la muerte de un ser cercano o el divorcio, y el riesgo de cáncer de mama. Pero, por el contrario, no puede excluirse en absoluto que la exposición prolongada a estrés esté involucrada en el desarrollo de esta neoplasia; así, el estrés crónico se asoció de forma positiva al desarrollo de cáncer de mama, con un riesgo relativo de 1,73 (95% CI: 0,98- 3.05 y p=0.059) respecto a las personas que no lo sufrían (para las que el riesgo relativo sería de 1.0).
Otros artículos científicos se han centrado en analizar de forma pormenorizada los mecanismos a través de los cuales puede explicarse como el estrés crónico puede terminar causando cáncer. Por su calidad, su extensión y su actualidad, recomendamos la revisión publicada en 2011 por el Dr. Antonova de Ottawa (Canadá) en la revista “Breast Cancer Research” que lleva por título: “Estrés y Cáncer de Mama: de la epidemiología a la biología molecular”.
Dra. Isabel Lorenzo Lorenzo. Especialista en Oncología Médica. Pontevedra.
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jueves, 13 de septiembre de 2012
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