martes, 13 de diciembre de 2011

Ingresa en un psiquiátrico penitenciario por amenazar de muerte a su vecino tras discusiones por ruido

El Juzgado de lo Penal número 1 de Jaén ha condenado a J.M.C. a ser internado en un centro psiquiátrico penitenciario durante dos años, del mismo modo que le ha impuesto la pena de dos años y tres meses de cárcel por un delito continuado de amenazas y otro de daños después de decir a su vecino reiteradamente que le mataría tras quejarse éste de que le molestaba cuando tocaba la batería.

De este modo, en la sentencia, a la que ha accedido Europa Press, se destaca que el acusado empezó a mantener discusiones con su vecino debido a que J.M.C. tocaba la batería en su domicilio de la calle Doctor Eduardo Arroyo de Jaén sin dejar descansar a la víctima, lo que motivó por parte de ésta la interposición de una denuncia ante el Ayuntamiento de Jaén siendo sancionado el acusado por ruidos.

Así, a partir de ese momento, J.M.C. no cesó de intimidar a la víctima, si bien el 20 de abril de 2011, cuando ésta caminaba en compañía de un amigo por la calle Correa Weglison de Jaén fue abordada por el acusado empujándole a la vez que se volvía y le decía "ojito, te tengo que matar". Además, seis días más tarde, sobre las 11,45 horas, empezó a golpear la puerta de la víctima diciéndole "te voy a matar".

De igual forma, al siguiente mes, el acusado, sobre las 22,00 horas, volvió a golpear la puerta a la vez que intimidaba a su vecino con matarlo queriendo entrar en su domicilio. Sin embargo, ante la imposibilidad de ello, debido a que la puerta es blindada, el acusado empezó a golpearla hasta dejarla casi destrozada.

Pero las amenazas no cesaron, pues el 1 de julio, sobre las 18,35 horas, J.M.C. prendió fuego a la puerta de la víctima llegando a quemar el cuadro de la misma sin que se produjeran hechos de mayor gravedad gracias a la intervención de la Policía Nacional, que se personó en el inmueble para detener al ahora condenado, que portaba un mechero y unas tijeras y que con ellos presentes intimidó a la víctima, diciéndoles que "quería prender fuego y romper la puerta para así poder matar al vecino y que hasta que no lo matara no iba a descansar".

Para el Juzgado de lo Penal está probado, por todo lo anterior, el delito de amenazas, de la misma manera que el de daños, ya que se le ha ocasionado al perjudicado un perjuicio en el patrimonio por cuantía superior a 400 euros de forma intencionada. No obstante, cabe reseñar que en el fallo figura que el acusado padece trastorno de personalidad e ideas delirantes junto a un retraso intelectivo leve moderado que se ve agravado por consumo de tóxicos, lo que merma de forma considerable sus facultades intelectivas y volitivas.

Por su parte, J.M.C. negó en el acto del juicio los hechos, pero no lo hizo de forma contundente, puesto que negó amenazar a su vecino y, sin embargo, más tarde afirmó que "creía que no había ido a la puerta", sin rotundidad alguna. Además, aseguró que tomaba medicación desde los 17 años y que consume también cocaína, si bien apenas hubo preguntas por parte de la acusación ni de la defensa al no recordar "muy bien" lo que pasó y mostrarse dubitativo en las respuestas.

RELLANO CON RESTOS DE MADERA

De su lado, el afectado aclaró en la vista oral que otro vecino lo llamó alertándole de que se había encontrado la puerta de su casa destrozada y el rellano cubierto de restos de madera y de un incendio, toda vez que él se había tenido que ir de su vivienda a la vista de las continuas amenazas que estaba recibiendo. Así, este vecino testificó en el juicio que J.M.C. le había dicho que la víctima "intentaba envenenarle el agua" y que desde que se quedó solo el acusado, tras marcharse de la vivienda su madre, "los episodios son continuos y los vecinos están atemorizados".

Al respecto, la madre del acusado evidenció que su hijo tenía problemas con ese vecino "desde el tema de los ruidos" y que es consumidor de cocaína y heroína, si bien desde los 15 años está diagnosticado de esquizofrenia con trastorno bipolar que se agravó por el consumo de tóxicos, algo que corroboró el psiquiatra, quien consideró totalmente necesaria la medida de seguridad en un centro psiquiátrico penitenciario adecuado.

Así las cosas, el Juzgado de lo Penal número 1 de Jaén ha condenado a J.M.C. a su internamiento en un centro psiquiátrico durante un periodo de dos años, de igual forma que le ha impuesto por el delito de amenazas un año y tres meses de prisión, así como la prohibición de aproximarse en una distancia inferior a 200 metros a su víctima y comunicarse por cualquier medio durante el plazo de tres años.

En cuanto al delito de daños, le ha condenado a otro año de cárcel. Además, en concepto de responsabilidad civil, indemnizará a su víctima en un total de 1.386,48 euros por los daños causados a la puerta de su vecino.

europapress.es

Un hombre muerde a un agente al ser detenido en una medición de ruidos en Alava

Un hombre de 37 años y una mujer de 36 fueron detenidos el domingo por el delito de desobediencia y resistencia a la autoridad. Fue en la calle Los Herrán, cuando tras una medición de ruidos en la que dieron positivo, la Policía Local intentó notificar la misma a los dos arrestados. Decidieron no identificarse y uno de ellos agredió a un agente con un fuerte mordisco, por lo que éste tuvo que ser atendido en un centro sanitario. La pareja fue arrestada y pasará a disposición policial.

elcorreo.com

Condenan a un supermercado en Cádiz a indemnizar a unos vecinos por los ruidos

Un juzgado de Chiclana de la Frontera (Cádiz) ha condenado a un supermercado a indemnizar con 40.000 euros a dos matrimonios que vivían encima de sus instalaciones y que durante quince años sufrieron a cualquier hora los ruidos de su actividad.
Según ha informado hoy el despacho de abogados que ha llevado el caso, la sentencia ha dado la razón a los vecinos de este supermercado de la localidad gaditana de Conil de la Frontera, que, junto a otros habitantes del inmueble, llegaron a interponer 33 denuncias.
El caso, según el despacho de abogados Ortiz, se inició en 1995, cuando en la planta baja de un edificio de Conil ubicado en el número 7 de la calle Venenciadores abrió sus puertas una gran superficie de una cadena de supermercados.
Justo encima, en la primera planta, vivían dos jóvenes matrimonios que habían adquirido su primera vivienda, unos pisos nuevos y que pronto comenzaron a sufrir las molestias de la actividad del supermercado.
Según el abogado, todos los días de madrugada, sobre las 5 de la mañana, sentían la llegada de camiones proveedores y los ruidos de la descarga de la mercancía.
Los ruidos continuaban día y noche con "la llamada a los empleados por una potente megafonía de gran volumen", y unas "ruidosísimas alarmas de robo que por la noche se disparaban constantemente en falso", despertando a todos los vecinos, seis aparatos de aire acondicionado y "dos puertas eléctricas metálicas que producían al cerrar y abrir un enorme chasquido".
"Todo esto perturbaba la vida familiar de estos matrimonios, y los despertaba a las horas más intempestivas, llegando a sufrir problemas de irregularidad en el sueño y falta de reposo, así como enormes niveles de estrés, ansiedad, depresión e ira, por los que llegaron a ser tratados clínicamente", señala el despacho de abogados.

lavozdigital.es