jueves, 10 de septiembre de 2009

La sociedad del ruido


Spain is different… desde luego, sales la calle para dar un tranquilo paseo y rápidamente un ciclomotor trucado reverbera estrepitosamente en tus oídos. Entras un cualquier tienda y el hilo musical te obliga a hablar más alto para hacerte entender; en un gran centro comercial se mezclan musiquillas varias desde el anuncio de no sé qué hasta el gran ofertón del momento, todo unido para mejorar tu salud mental.

Te paras en un bar a tomarte algo y lo más probable es que irremediablemente se encuentre un televisor a toda voz o grupos de gente hablando a voz en grito. Si conduciendo tienes la mala suerte de interponerte con otro conductor con la personalidad desdoblada, como la mayoría, el claxon te avisará rápidamente de que algo has hecho muy mal y ese es el primer aviso, si no recibes directamente algunos exabruptos. Son la gente del insulto rápido.

En la tele, cuando tan tranquilito estás viendo un película que se dejar ver…, de sopetón se interrumpe para dar paso a la publicidad, con un volumen más alto. En la oficina, móviles, teléfonos fijos, tertulias de compañeros, todo ello inundando a la vez de ondas e interferencias tus pensamientos para impedirte, pues eso, pensar. Vivimos en una sociedad ruidosa y a poca gente le parece molestar.

He tenido al respecto dos experiencias en mi vida que me demuestran lo tremendamente acostumbrados que estamos viviendo inundados de ruido.

La primera fue cuando comencé a vivir en la que es mi casa actual, a bastantes kilómetros de la ciudad donde trabajo y en un pueblo que aún conserva su carácter de pueblo. Cuando pasaban algunas semanas sin pasear por mi ciudad, al volver, notaba perfectamente dos cosas en la que nunca antes había reparado: el olor al combustible quemado de los coches y el ruido, el estrépito allí donde fueras.

La segunda fue nada más llegar al país que me alojó durante año y medio por motivos de trabajo, Suecia: ibas a cualquier tienda y algo extraño te llamaba la atención sobre todo lo demás, algo echabas en falta, y no era otra cosa que la ausencia de ruido. Lo extraño entonces era llegar a una tienda y encontrar un ambiente ¡tranquilo!.

También puedo contar una anécdota que es todo un ejemplo y muy ilustrativa, ocurrida en ese mismo país; estando con nuestra hija visitando una feria de fabricantes de guitarras, nos paramos un rato en un salón donde tocaba un grupo de jazz que sonaba realmente bien; terminó para dar paso a otro grupo, esta vez de rock; pues bien, el de la mesa de mezclas, un chico joven, al ver que estábamos con una niña pequeña, se nos acercó y nos dijo que el grupo anterior sonaba a un volumen aceptable, pero que no iba a poder controlar el ruido del que comenzaría a tocar en unos instantes, y que por tanto no sería buena idea permanecer allí con la niña.

Increíble que alguien se preocupe por que el ruido le pudiera molestar o hacer daño a mi hija. Y es que, me temo, la percepción del ruido o el nivel de concienciación aquí es muy distinta que la de allí.

Pero ¿por qué hay tanto ruido en todas partes?. ¿Por qué nos hemos acostumbrado a hacer todo lo que hacemos con un sonido siempre de fondo?. Quién no pone la tele o la radio en casa cuando se está solo para sentirse acompañado…

Me pregunto sobre el impacto que debe tener este estrés auditivo en nuestra salud general aparte del daño que recibe diariamente nuestro sistema auditivo y que nos pasará factura a todos a medida que nos hagamos haciendo mayores.

¿Habéis pensado en ello alguna vez?. ¿Habéis hecho algo al respecto?. ¿Qué puede significar que un sociedad sea más ruidosa que otra?.

En Ruidos.org podéis encontrar un portal dedicado a este tema y que lo trata en profundidad. Además, existe una extensa bibliografía sobre el problema.

Me temo que se tiene en muy poca consideración la contaminación acústica y sus consecuencias a pesar de que exista un día internacional sin ruido (que es el dieciséis de abril).

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